Ir al contenido principal

Un lugar en silencio (A quiet place, John Krasinski, 2018)

Crítica de la película "Un lugar en Silencio"

El silencio como premisa, concepto y elemento nuclear de un film de terror, parece arriesgado. Si consideramos el momento actual del cine, el espectáculo dinamitado en efectos especiales, pareciese no dejar espacio a la ausencia del sonido. Una primera definición de la RAE nos plantea que el silencio es la "abstención de hablar" y precisamente, abstenerse de hablar, al menos en voz alta, es uno de los principios básicos para sobrevivir en el mundo de "Un lugar en silencio". John Krasinski, director y protagonista como padre de familia, invita a una experiencia que tensiona los sentidos al máximo y que pretende adentrarse en una pesadilla de principio a fin, sin mayores premisas ni consuelos. Su esposa en la cinta Emily Blunt, junto a Millicent Simmonds, Noah Jupe y Cade Woodward como sus hijos, no necesitan mayor compañía que Leon Russom y Doris McCarthy en papeles secundarios. Su primer logro, es permitir el viejo anhelo de la mayoría de los espectadores de una sala de cine: un completo silencio (si la miras en tu casa sucederá lo mismo). Por un lado, se explica este efecto por ser utilizado el silencio con una intención dramática, donde los escasos sonidos que se producen anterior y posteriormente en alguna situación, se revaloricen. De esta manera, el compromiso con los protagonistas y la historia se hace inevitable: cada paso es como si tú lo dieras, cada respiro te suena en la nuca, cada error puede ser el último, lo sabes y no quieres ser el culpable de la fatalidad.

Ahora, comprendamos que el silencio no es la ausencia de comunicación. Al contrario, el silencio permite lo que se conoce como "pausa reflexiva", muy extensa en un mundo donde no puedes hacer ruido, pero que permite igualmente valorar los mensajes. Krasinski logra junto con su acotado elenco, hacerte reflexionar los mensajes que sí abundan en sus 95 minutos de duración: el significado de ser padre, madre, hijo, hermano, y todo lo que implica la responsabilidad, el cariño y el instinto de sobrevivencia en un lugar condenado por criaturas asesinas. A veces en relativa calma, a veces en una persecución, otras en franco peligro de morir, se entremezclan las emociones con la angustia de saberte censurado en tus palabras, prisionero del silencio. De todas formas, la familia logra sobreponerse y utilizar el lenguaje sonoro en al menos 3 de sus 4 elementos (música, ruidos y silencios, exceptuando la voz humana), manejarse con el lenguaje de señas y con ingenio, lograr sobrevivir. Porque las protagonistas no son las palabras, como tampoco son los monstruos, ni cómo matarlos, ni cuántos muertos, ni si mañana sobrevivirás: son las conexiones humanas, familiares, amorosas y sociales. Y esa humanidad se extrapola a continuar la vida, a seguir intentándolo, a pesar de estar todo en contra, porque la vida sigue y los monstruos están allí, acechando, esperando cualquier error para cazarte.

La cinta sabe tanto empezar como terminar. No se hacen necesarias las explicaciones del origen de las criaturas, ni tampoco las de un fin en concreto. Las correctas actuaciones, la desenvoltura de la trama, la simpleza y la credibilidad del relato, permiten digerir una ambientación austera, pero llena de significado. Uno de sus méritos, es el riesgo, la originalidad y el progreso que supone para el género del terror, alicaído a ratos, pero que encuentra en films con guiones originales y osados como éste, un respiro necesario. Hay momentos clave que carecen de explicación o al menos, se desentonan con la buena explicación de los hechos que hasta casi el final del film se mostraban perfectos. Será la primera vez donde quizás, en una película de terror, no quieras seguir viendo a los monstruos, ni te interese una explicación de su origen. Más interesantes se vuelven las vidas de los protagonistas, de las que poco puedes ver o intuir, pero de las que terminarás con ganas de saber más. No obstante, no inclinan la balanza en su contra algunas incongruencias o esas ausencias (pero aciertos al fin y al cabo) en el guión, dejando en definitiva un gusto dulce. Y siguiendo la esencia de la película, habrá que decir que simplemente, a veces, sobran las palabras y… enjoy the silence y enjoy the film.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El Hilo Fantasma (Phantom Thread, Paul Thomas Anderson, 2018)

Crítica de la película "El Hilo Fantasma"  El proceso creativo es un deleite que puede realizarse lentamente, tejido a tejido, o surgir a partir de un big bang violento, brillante u obscuro. El trazado de una vida dedicada al diseño, puede envolver una manifiesta patología obsesiva o simplemente, el amor sincero hacia lo que se hace. Esa separación entre la obsesión y el amor, se hace difusa en la trama de El Hilo Fantasma. Cruzar la línea y volver, mostrarse sano ante la sociedad o no, huir de las masas y sumergirte en el sueño eterno del objeto deseado, en la vida y las creencias, en la búsqueda de la perfección, son constantes que encontrarás reunidas en los protagonistas Reynolds Woodcock y Alma Elson. Predestinados como estrellas, quizás unidos por una maldición, chocarán en un film que musicalmente, es impecable (Música: Jonny Greenwood) ¿Cuánto peso puede atraer nuestro pasado a nuestro presente?, ¿cuánta locura puede envolver nuestra trabajada cordura?, ¿

De fútbol, inmigrantes y derechos humanos

De fútbol, inmigrantes y derechos humanos De todas las realidades posibles, quizás solo en una, México le ganaba a la todopoderosa Alemania en el debut de ambos en el Mundial de Rusia 2018, tras la brillante jugada colectiva y el gol del magnífico Lozano. Las razones pueden ser muchas, quedarse con una es quitarle argumentos a una épica inigualable, loable, que despertó el orgullo de un fútbol alicaído por los malos resultados y las polémicas. De todas las realidades posibles, quizás solo en una, los niños latinos deben sufrir la doble catástrofe que significa salir de su país de origen y luego ser separados de sus padres, ser encerrados en jaulas, para luego ser deportados, devueltos a la miseria. Las razones pueden ser muchas, quedarse con una, es quitarle argumentos a una ignominia, solamente comparable, con los abusos y encubrimientos de la Iglesia Católica hacia menores de edad. De todas las realidades posibles, quizás solo en una, esto ocurre, y quizás nos funcione como consuel