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El Hilo Fantasma (Phantom Thread, Paul Thomas Anderson, 2018)

Crítica de la película "El Hilo Fantasma" 

El proceso creativo es un deleite que puede realizarse lentamente, tejido a tejido, o surgir a partir de un big bang violento, brillante u obscuro. El trazado de una vida dedicada al diseño, puede envolver una manifiesta patología obsesiva o simplemente, el amor sincero hacia lo que se hace. Esa separación entre la obsesión y el amor, se hace difusa en la trama de El Hilo Fantasma. Cruzar la línea y volver, mostrarse sano ante la sociedad o no, huir de las masas y sumergirte en el sueño eterno del objeto deseado, en la vida y las creencias, en la búsqueda de la perfección, son constantes que encontrarás reunidas en los protagonistas Reynolds Woodcock y Alma Elson. Predestinados como estrellas, quizás unidos por una maldición, chocarán en un film que musicalmente, es impecable (Música: Jonny Greenwood)

¿Cuánto peso puede atraer nuestro pasado a nuestro presente?, ¿cuánta locura puede envolver nuestra trabajada cordura?, ¿cuánto dolor, cuantos secretos, cuántas estructuras puede contener una casa?, son las premisas edificadas como contenciones, que encontrarás aglutinadas en el rostro y gestos de Daniel Day‑Lewis, durante su magnífica actuación. La apariencia y el buen gusto, juegan el cara y sello con el abuso y la inusitada inconsciencia de soportar, día tras día, al amo despiadado. Toda esa entramada y tétrica situación, bien calculada y cubierta con un velo, desembocará como torbellino en Vicky Krieps, quien con su dulce rostro, lentamente, sanará heridas propias y ajenas, para luego abrirlas y volverlas a sanar, ¿de la manera más correcta?

Cuando creas que el abismo está cercano, cuando presientas que el fin está cerca, cuando creas que ya no soportarás más, Alma te llevará a entender los límites como finos hilos fácilmente cortables, moldeables, modificables, incluso en un lugar tan apegado a la tradición, el trauma y la fascinación. Su fórmula, criticable o no, será apegar esos hilos hacia sí misma, creando su propio estilo, su propia obsesión, su propio vestido. Esa realidad creada, quizás algo fútil o enfermiza, reivindica su espacio al coquetear con cierta intimidad humana, en que se hace visible la abnegada espera, la entrega y quizás el amor. Porque amar nunca ha sido fácil y el equilibrio (o desequilibrio) necesario, a veces, solo se consigue al crear tu propio diseño de vida. Y esos hilos fantasmas que nos cubren, pueden lanzarnos al pasado, constreñir nuestro presente y cursar nuestro futuro; pero puede que en algún momento, esos hilos atrapen a alguien más y nos saquen, quizás de qué manera, de nuestro encaje y rasguen, como maldición o bendición, nuestras estructuras.



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